En la Antártida, el “robo” de hielo entre glaciares vecinos. El descubrimiento gracias a Copérnico

Los investigadores calcularon la velocidad del hielo utilizando una técnica de seguimiento que mide el movimiento de características visibles, como grietas o fisuras, en la superficie del hielo o cerca de ella. Los investigadores descubrieron que, en promedio, los glaciares de la región Pope-Smith-Kohler se han acelerado un 51% desde 2005. Cuatro glaciares se aceleraron entre un 60% y un 87% en el transcurso de 17 años, y seis de los flujos alcanzaron velocidades promedio de más de 700 m solo en 2022.
Los más rápidos fueron los glaciares Kohler East y Smith West, donde la velocidad del hielo aumentó un promedio de 32 m por año durante el período de estudio.
Para la investigadora Heather Selley, de la Universidad de Leeds, «esto es, en realidad, un acto de 'piratería de hielo', donde el flujo de hielo se redirige de un glaciar a otro, y el glaciar que acelera, en esencia, roba hielo de su vecino que se desacelera. Sorprendentemente, gracias a los datos satelitales, podemos ver que esto está sucediendo en menos de 18 años, cuando siempre pensamos que era un proceso extremadamente largo y lento». Los resultados, según destaca la ESA, «muestran que se produce una notable aceleración en esta región de la Antártida, donde se registran las mayores tasas de adelgazamiento y retroceso de la línea de base».
Para Gianmaria Sannino, climatólogo de Enea, «el fenómeno de la “piratería glacial” representa mucho más que una simple curiosidad científica» «Es una clave fundamental para comprender la inestabilidad intrínseca de los sistemas glaciares antárticos en la era del calentamiento global –argumenta–. La Antártida Occidental, ya identificada como un área particularmente vulnerable al cambio climático, muestra interacciones entre flujos de hielo adyacentes que revelan dinámicas complejas, esenciales para incorporar en modelos predictivos del aumento del nivel del mar.
Y, según el experto, los resultados de este experimento no pueden subestimarse. «La observación directa de estas rápidas reorganizaciones glaciares en tan poco tiempo (apenas 18 años) constituye un hecho sin precedentes en la historia de la glaciología moderna - continúa Sannino -. Esta ventana temporal acelerada nos obliga a revisar nuestra comprensión de la reactividad de los casquetes polares. Por lo tanto, el monitoreo constante de estas regiones remotas con tecnologías de vanguardia se vuelve imperativo, no solo para fines científicos, sino también para perfeccionar los modelos climáticos que guían las políticas globales. Así pues, una invitación y una sugerencia: «Los datos recopilados sugieren inequívocamente que los procesos actuales de degradación glacial podrían ser significativamente más rápidos y estar más interconectados de lo estimado previamente, con profundas implicaciones para las comunidades costeras de todo el planeta».
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